jueves, 19 de diciembre de 2013

William Niño Araque: el novio eterno de Caracas




William Niño Araque:
El novio eterno de Caracas

"William Niño murió llevándose en la cabeza una Caracas habitable". Zapata


Él veía lo que otros no lograban ver. Era su curiosidad innata y esa mirada tan acuciosa lo que hacía que William Niño Araque revelara una Caracas que sus habitantes les sonaba desconocida. Su amor por lo estético, por la belleza, tan propia de su oficio de arquitecto, le confería esa sensibilidad para apreciar más allá del objeto. Por eso, como buen enamorado, siempre quiso mostrar el lado más hermoso de su ciudad. Sin obviar, claro está, las fallas que la carcomen.

“La curiosidad innata de William hizo que descubriera la ciudad de Caracas como su refugio favorito en el mundo”, comenta la urbanista María Isabel Peña. “Su amor por la buena arquitectura y por los personajes detrás de cada lugar y cada edificio, lo llevaron a ir más allá. Siempre fue un niño explorador… Logró ver lo que ya todos cansados no veíamos ni oíamos. Incluso, las sombras, lo oscuro. Recuerdo aquella pregunta que le hizo alguna vez Federico Vegas: A ver William ¿cuánto es que somos en Caracas? A lo que él respondió, luego de pensar un rato seriamente: ¿con o sin pájaros?”.

Era caraqueño nato. No “gocho” como algunos llegaron a creer. Nació en Caracas el 03 de marzo de 1954, en el seno de una familia oriunda de San Cristóbal. Eso si. Era el mayor de cuatro hermanos. Su apego a la familia lo mantuvo hasta el final, pues nunca rompió con la costumbre de almorzar religiosamente en casa. Esmeralda Niño recuerda que desde siempre quiso estudiar arquitectura, pues estaba muy unido al tema de las artes plástica. Su padre le fomentó ese interés y estimuló su curiosidad por recorrer la ciudad.



“Mi padre era comerciante y William lo acompañaba siempre en sus recorridos”, recuerda Esmeralda. “Ambos fueron a la inauguración del teleférico y le gustaba pasear por los mercados libres de Caracas”.  Esos paseos los evocaba William con tal entusiasmo entre sus amigos y colegas, que algunos piensan que esa fascinación por la ciudad viene desde la infancia. “Él siempre contaba esos paseos con su padre por el centro, hablaba sobre la fascinación que le producía las torres del Centro Simón Bolívar, el goce infinito de atravesar los túneles de la autopista de la Guaira y el gusto por los mercados del Cementerio y San Martín”.

Su capacidad de sorpresa no dejaba de impresionar al fotógrafo Vazco Szinetar. Esa facilidad para entender las ciudades y compartir esa mirada tan suya, que siempre resultaba ser una visión creativa del mundo urbano. “Andar por la calle con William era fascinante. Era hacer una revisión de la ciudad, por donde uno habitualmente va ensimismado. Era un ejercicio de conocimiento. Él se planteaba de manera espontánea conocer la ciudad. Le deba una mirada acuciosa, creativa... Para William, la ciudad era una tarea”.

Ese afán de hallar y ese curiosidad inquietante que lo caracterizaba, caminaba de la mano de una necesidad imperiosa por compartir aquello que descubría. De no quedárselo para sí. Lo que explica por qué se empeñó durante el tiempo que estuvo en la Galería de Arte Nacional y en la Fundación para la Cultura Urbana, a emprender proyectos de difusión. Fuesen exhibiciones, publicaciones, programas de radios o lo que su mente se atreviera a proponer para divulgar sus hallazgos y contagiar al resto de los mortales de aquello que lo apasionaba.

“William quería enamorar a todos del entusiasmo que le producían sus hallazgos sobre la belleza en la arquitectura, sobre la sabiduría de la naturaleza. De las señoras de Caracas en sus jardines, de las vistas tan insólitas que experimentó al sobrevolar nuestra ciudad o la comprensión integral de su país a través de álbumes de familia”, afirma Peña.

“El legado de William Niño Araque no es nada desdeñable”, agrega Marco Negrón. “En primer lugar hay un conjunto variado de libros sobre temas de ciudad, que aun no siendo todos de su autoría directa, si respondieron a su iniciativa y a su tenacidad para que se materializaran. Aparte, hay un conjunto de videos sobre el tema urbano, que vieron luz gracias a su iniciativa.  Y por último su labor museográfica, que hizo posible la realización de exposiciones sobre la obra de Tomas Sanabria, Jimmy Alcock, Cipriano Rodríguez y aquella titulada “1950:  el espíritu moderno”, que para muchos fue una revelación sobre un período en la historia del gusto venezolano no siempre valorado”.

Ya sea en un formato o en otro, William logró hacer lo que, a juicio de sus allegados, nunca había hecho nadie: mirar la ciudad integralmente. Primero entendió su naturaleza: los vientos, las cercanías con el mar, la frontera vegetal; luego explicó su condición moderna, sin nostalgias por el pasado armónico de “la ciudad que no fue” y, después, trató de encontrarle salidas a su fracaso actual. No en vano inventaría el concurso “100 ideas por la ciudad”.

Su pensamiento quedó plasmado en más de 230 artículos que publicó en el Diario El Nacional, desde finales de la década de los setenta. Hacer un compendio de sus mejores textos fue su gran anhelo. Pero los múltiples compromisos que asumió, por esa manía suya de no saber de decir que no, lo llevaron a postergarlo. “Todo lo que tenía que ver con él tendía siempre a desplazarlo, porque se comprometía con demasiadas cosas. Incluyendo su salud”, cuenta Esmeralda.

La muerte inesperadamente le llegó el 17 de diciembre de 2010, a la edad de 56 años.  La ciudad entera lloró la partida de quien fuera el “Novio de Caracas”. Sintió el pesar de perder a un amante honesto, apasionado y fiel. Creyente de que vivíamos en un lugar único por tener, en pleno centro, un jardín vertical de 85 mil hectáreas llamado Ávila. Pero convencido de que padecía de la incomprensión tanto de sus habitantes como de sus gobernantes.

Hoy, tres años de su partida, Caracas no lo olvida.

Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to

Foto principal:  Vazco Szinetar
Foto secuendario: Analitica.com


martes, 17 de diciembre de 2013

¿Qué diría El Libertador de su Mausoleo?




¿Qué diría El Libertador de su Mausoleo?

Al Mausoleo hay que ir. Y punto.

Que si lo hizo la quinta, la sexta. Farruco de mis dolores. No importa.  Hay que ir.

Luego con conocimiento de causa podrá decir si es una atrocidad, si  está acorde con nuestro tiempo, si es un templo digno de la naturaleza del personaje que reposa en su interior.

Yo fui. Era una tarea pendiente, pues luego de presenciar desde la vieja sede de la Cadena Capriles cómo se levantaba poco a poco ese edificio blanco, tenía la obligación de ver cómo había quedado.

Debo confesar que salí con sentimientos encontrados. Es cierto que es una estructura imponente. Pero me pregunto: ¿era necesario tanta ostentosidad? ¿valió la pena romper la armonía arquitectónica del Panteón Nacional? ¿Opacar una edificación que data de 1780?  Me dio la sensación de ser un gesto de prepotencia elevar un Mausoleo para decir “nosotros pasamos por aquí”.




El Libertador no creo que requiera a esta altura de tanta pleitesía. Ese hombre debe querer descansar en paz y que no usen su nombre en vano. Quienes han tenido la oportunidad de visitar la casa donde falleció El Libertador en Santa Marta (Colombia) pueden dar fe del respeto que se respira en ese lugar y en un espacio donde reina la austeridad, así como respeto hacia la historia.

Esa es mi impresión. Puede que usted tengo otra. Por eso insisto: al Mausoleo hay que ir.

Y luego, hablamos…

Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to

lunes, 9 de diciembre de 2013

Las cosas que le dejó 2013 a Caracas





Las cosas que le dejó 2013 a Caracas


No fue un año fácil. Estamos claros. Demasiada crisis económica nos hizo relegar a un segundo plano el tema de la inseguridad. Y eso es bastante decir. Pero como no estamos para seguir dándonos golpes de pechos (pues, ya tenemos suficientes), hagamos un recuento de las cosas que trajo 2013 a Caracas.  Verán que no fue tan malo. O, que al menos, algo nos dejó. Más allá de quejas y pesares.



1. El regreso del Festival Vive La Danza. El año pasado no se supo nada del Festival Viva Nebrada (ahora Festival Vive La Danza). Aún cuando se dijo que sería bianual. Así que su reaparición fue una gran noticia. Sobre todo, porque regresó recargado. Con nuevas propuestas y con una apuesta más ambiciosa que incluyó talleres, cine foros, entre otros. El evento creció y se profesionalizó. ¡Bravo por eso!





2. Cine Jardín en la Hacienda La Vega. No sé por qué a nadie se le ocurrió antes, pero nunca es tarde para concretar la idea de combinar el cine en un espacio tan hermoso como la Hacienda La Vega. Esa maravilla que bautizaron con el nombre Cine Jardín se la debemos a María Alejandra Vera y su equipo, quienes a raíz de la receptividad que recibieron se motivaron a crear el Club de Lectura PasalaHoja y el Club de Corredores del Oeste. ¡Aplausos!


3. Los Jueves de Bulevar de La Carlota. Ya el paseo La Carlota estaba de lo más bonito luego de la recuperación. Y cada vez más interesante con la cantidad de propuestas gastronómicas. Así que crear los Jueves de Bulevar era el paso siguiente para consolidar a la zona como una alternativa cultural para los vecinos.  Cada quince días se instalan en el corredor un grupo de pequeños emprendedores con sus productos y la gente tiene opción de degustar o comprar sus creaciones. 



4. Casa de Las Primeras Letras.  Está ubicada entre las esquinas Veroes a Jesuitas, para quienes no la conocen. Allí funcionó la primera escuela de Caracas donde dictó clases el maestro Simón Rodríguez. Y este año, reabrió sus puertas completamente restaurada. Cuenta con un espacio de lectura, un café, un anfiteatro y salas para reuniones comunitarias. Vale la pena darse una  vuelta y conocerla. Fue una ganancia para esta ciudad. 


5.  Domingo Alternativos en Petare. De las mejores cosas que nos dejó este año. Una iniciativa que emprendió el equipo de Fundalamas y que se hace con un cariño inmenso para mostrarle a los caraqueños que Petare tiene lo suyo. El primer domingo de cada mes, se ofrece una programación cultural que incluye teatro, exposiciones, música y arquituors con la intención de enamorar a los visitantes del Casco Histórico. Entonces, qué… ¿se anotan para el próximo?




6. Los viernes del Teatro Nacional. No basta con recuperar un espacio. También es necesario diseñar una buena programación para atraer al público y animarlos –en este caso- a visitar el Centro de Caracas. Por eso celebro que Fundarte haya promovido la idea de los Viernes en El Nacional, que está llevando buenas bandas a este espacio tan emblemático que data de 1905. La cita es a las 7:00pm y la entrada tiene un costo de Bs 20. 



7. Las bicicletas ganan espacio. Tanta persistencia comenzó a dar sus frutos. Mal que bien, los ciclistas ganaron más espacio y eso vale la pena reconocerlo. La creación de la primera ciclovía (mal hecha y todo) es un paso. Y marca el inicio de una carrera larga por ir tomando más espacios. Se hicieron notar con la particular protesta de ciclistas al desnudo y cada vez son más los colectivos que promueven la circulación en dos ruedas. ¿Quién quita que algún día tengamos estaciones de renta de bicicletas? Soñar, no cuesta nada. 





8. Urbanimia. Estas chicas (Adriana y Stefany) han sido uno de mis mejores descubrimientos de este año. Conocer su trabajo y ser parte de sus recorridos por Caracas ha sido una gran experiencia. Ellas se han cargado de redescubrir la ciudad, curucutear sus historias y mostrarnos otra visión de Caracas en cada ruta que se inventan. Son divertidísimas, súper aplicadas y un ejemplo de que Caracas todavía tiene dolientes.  





9. ¿Qué se extrañó? Hatillarte fue el gran ausente de este año. Una pena enorme, pues constituye el único evento cultural importante que tiene el municipio El Hatillo. Pero razones personales no permitieron a los organizadores darle continuidad a este proyecto. Lástima que a la municipalidad ni le importó. Pero confiamos que 2014 lo traiga de vuelta y repotenciado. 


10. ¿Qué esperaría de 2014? La llegada de nuevas autoridades pinta un escenario esperanzador. Ideas frescas. Mucho ímpetu. Buenas intenciones. Caras nuevas (otras no tanto). Espíritu de cambio podría traer el año nuevo. Ante eso, sólo queda decir AMÉN.

La ñapa.
11. La recuperación del Cine Aquiles Nazoa (antiguo Cine Urdaneta). ¡Cómo se me va a pasar este detalle! El cambio que experimentó este espacio es del cielo a la tierra. Sus días sexys quedaron atrás para convertirse en un espacio de cine alternativo para la comunidad de San Juan.




Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to

domingo, 20 de octubre de 2013

Por el Medio de la Calle culminó su ciclo



Por el Medio de la Calle culminó su ciclo

En la vida hay que cerrar ciclos. Pasar la página. O aprender a decir Adiós, como diría el gran Cerati. Y creo humildemente que a Por el Medio de la Calle le llegó su hora.
 

Fui una gran defensora de esta iniciativa. Incluso, durante su peor edición que se vivió en 2011 llegué a afirmar que había que darle un voto de confianza, por todo lo que ha aportado a esta ciudad.


Aplaudí que sus organizadores hubiesen aprendido la lección de esa edición y que se hayan arriesgado a cambiarle formato para no dejar morir un evento que en sus primeras ediciones nos enseñó el significado de vivir la ciudad. 



Pero luego de asistir a su octava edición, considero que Por El Medio de la Calle culminó su ciclo. ¿Por qué? Porque lamentablemente, las propuestas artísticas muestran cada vez menor calidad. Y me da la impresión que al montaje se le pone menos cariño. Puede ser un tema de presupuesto, seguramente. Pero soy de las que cree que si no hay dinero para hacer algo de alto nivel, mejor guardarse las buenas intenciones.




Creo que el formato se agotó. Dejó de ser novedoso. Por tanto, ya no sorprende al público y considero que eso es fatal para un evento de este estilo. 


Pero lo que me parece determinante para asegurar que Por El Medio de la Calle debe culminar su ciclo es percibir que el público no ha aprendido nada. El hecho de que los chamos se presenten con "mazinger" de ron o anis e incluso cavas para “disfrutar” del evento evidencia que desconocen el significado del “espacio público”. Por tanto, si ocho ediciones no han sido suficientes para enseñarles, entonces es mejor salir por la puerta grande.


No le achaco la culpa a los organizadores. Todo lo contrario. Mi ovación de pie por la valentía que han tenido de mantener este evento contra viento y marea, en un país donde la continuidad no es una norma. Que han sabido aceptar con humildad las recomendaciones y han tenido el coraje de hacer correctivos en cada edición para mantenerlo. Pero, a mi juicio, llegó la hora de decir adiós. Y avanzar a otro capítulo.


Por mi parte, sólo me queda decir GRACIAS, POR EL MEDIO DE LA CALLE. GRACIAS POR TODO.

Adiós.

Mirelis Morales Tovar
@mi_mo:to

viernes, 11 de octubre de 2013

Las cosas que descubro de Caracas (tarde, pero seguro)



Mi encuentro con la Casa Natal de El Libertador
La culpa es de mi colegio. Cómo no, que profesora iba a sacar a un poco de niñas de aquel monte donde estábamos para llevarnos al Centro de Caracas.

La culpa también es de mi mamá. Si, Eggi, tuya. Tú lo niegas. Dices que si me llevaste, que estaba muy chiquita. Pero la verdad, yo no me acuerdo. Así que no vale. 

Lo cierto es que nadie me llevo a conocer la Casa Natal de El Libertador. ¡NADIE! Y así estuve todos estos años con ese bache cultural. Que pasó a ser un hoyo negro. 

Así que yo solita me fui a resolver ese tema antes de que me tragara la ignorancia y la curiosidad. 
Nunca es tarde. Siempre lo he dicho. Aparte, tenía la excusa perfecta: la Casa acaba de ser reinaugurada, el pasado 24 de julio. Así que la vería como tacita e plata.


Confieso que quedé gratamente sorprendida. La casa es simplemente hermosa. La propia casa colonial con su portón de madera imponente, su patio central, su piso rústico. 

Pero lo que más me maravilló fue ver los cuadros de Tito Salas que ilustran escenas de la vida de El Libertador. ¡Waooo! Me pude morir cuando vi Mi Delirio sobre el Chimborazo. No pude más que acordarme cuando en el colegio tuve que aprederme ese mamarro e' texto.

"Yo venía envuelto en el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo". 
(No se hagan las locas, chicas del Caniguá, que bastante que lo recitamos)

Les confieso que salí complacida con la visita. Pero, sobre todo en paz conmigo misma, por haber saldado esa deuda con la historia y con la ciudad. ¡Ja! Así mismo. Uno no puede ir por la vida con esa culpa. Y hacerse llamar venezolana cuando ni siquiera conoces la casa del padre de la Patria. Es casi un deber. ¡Y yo lo he cumplido!



Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to
 
PD. Ahora aprovecharé mis vacaciones para saldar otras deudas. La Quinta Anuaco; El Parque Los Chorros; el Mausoleo (feo y todo, pero iré) y hasta el Museo Histórico Militar. ¿Por qué, no?

PD2: 
La Casa de El Libertador está ubicada en San Jacinto a Traposos
Horario: Martes a viernes de 9:00 a 4:00pm- Sábados, domingos y feriados de 10:00 a 4:00pm





jueves, 19 de septiembre de 2013

Las cosas que me gustan hacer en Caracas...


Un año sumando kilómetros a mi favor

A mis amigas de @ChicasqCorren 
por ser inspiración.
A ti, por ser mi motivación 
 
Un año. Vaya, la verdad que cuando decidí comenzar a correr pensé que sería por un par de semanas y que lo dejaría como lo he hecho con los doscientos cursos de inglés en que me he inscrito. O que sería más efímera que promesa de año nuevo.

Hoy, cuando me pregunto qué me ha mantenido con los ánimos para continuar sumando kilómetros, tengo múltiples respuestas según el escenario donde me lo pregunten. 

- La noche antes de la carrera, les diré: “No sé, no sé por qué lo hago. Esto de madrugar un domingo sin guardia cuando uno lo que quiere es dormir empiernao hasta las 12 del mediodía. Es un castigo.” 

- En la mañana, antes de arrancar, mi respuesta será: “No sé, no sé por qué hago esto. Tengo dolor de barriga. Me sudan las manos. Como si fuera la primera vez que corriera. ¡Por Dios, qué arranquen!” 

 - Si me detienen en el kilómetro 8, les aseguró que les diré:” No sé, no sé por qué me estoy haciendo esto. Es casi masoquismo. Aquí donde me ves me estoy muriendo. Cristo, cuándo falta.”

- Si me agarran en la meta, me saldrá algo así como: “¡Lo logré! Soy una tipa arrechí (…) Me duele todo, pero lo hice.” Uno sale de allí sintiendo que se va a comer el mundo. Que no hay reto que sea más grande que tú. Así de exagerado. Claro, después te sale hielo y acetaminofen para sobrevivir. Pero lo lograste. 

 - Si me preguntan en un momento de reposo, respondería que corro porque ha sido una manera de retarme a mí misma; porque me ha ayudado a ganar disciplina por primera vez en la vida; porque me ha servido a enfocarme en el “aquí y en el ahora”, pues en la medida que más pienso en cuánto falta más rápido me agoto; porque me ha servido para repetirme una y mil veces “no te impacientes, vas a llegar”; porque ese masaje mental que supone repetirte en el trayecto “si puedo, si puedo, tú puedes dar un poco más de ti” me ha traído hasta acá. 

Sueno como un libro de autoyuda ambulante. Lo sé. ¿Pero ustedes preguntaron por qué lo sigo haciendo, no? Allí mis respuestas.

Salú, por este primer año. Y sigamos sumando muchos kilómetros más ;) #Reto21K



Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to 
Fotos: José Colón // ChicasqCorren


martes, 13 de agosto de 2013

Las cosas que nos hacen ser caraqueños...

Foto: Globovision

Ser caraqueñ@ es...

1. Leer “con el rabillo del ojo” el periódico del señor (a) que está sentado al lado de nosotros en el Metro. 
2. Hacer contacto visual con otra persona en una cola y luego arrancar a quejarse del mal servicio hasta que llegue su turno de ser atendido.
3. Pedirle a quien tiene atrás de la cola: “me cuida el puestico, que ya vengo que voy a sacar una copia”.
4. Entrar al ascensor y decir: “buenas…”  Aunque pocos respondan.
5. Llevar una estampita en el monedero o en el carro. Sea de la Virgen del Valle, la Milagrosa o José Gregorio Hernández.
6. Decir “pa ver” cuando se quiere probar el plato del compañero de mesa.
7. Pagarle el pasaje a un amigo que te consigas por casualidad en el autobús. Y decir: “Ya está pago”, cuando te bajas.
8. Colocarse bolsas plásticas en los pies en los días de lluvia para salvar las sandalias.


Foto: Jesús Contreras

9. Ver a alguien comer chicles y decirle instintivamente: ¿me das uno?
10. No sentir pena de ponerse una bolsa plástica en la cabeza cuando llueve, con tal de no perder el secado.
11. Sentir casi como una obligación decirle a la cajera del supermercado: ¿qué caro está todo, no?
12.  Considerar el “fiado” o el “te pago luego” como una práctica legítima y sin perjuicio.
13. Desconfiar de cualquier funcionario que se acerque.  “Aquí viene éste a matraquear”. Sobre todo, si es quincena.
14. Preguntar: “¿un cafecito?” como antesala a una conversa
15. Acelerar cuando el semáforo está en amarillo. ¡Dale, que no viene carro!
16. Regatear, sobre todo, a los taxistas o mototaxistas."Te doy 100".
17. No pelarse un puente para hacer maleta y salir corriendo. Y planificar el siguiente puente, cuando ni siquiera ha terminado el último.
18. Persignarse cuando se pasa frente a una iglesia. Pero eso sí, sin que nadie te vea.
19. Creer que si sale en Twitter es “santa palabra”.
20. Llevar una lima en la cartera como artículo de primera necesidad.
21. Tener para toda dolencia un remedio casero: échate clara de huevo para las quemaduras, rézate esa culebrilla.
22.   Ser impertinentes por naturaleza: “Chica, te ves repuestica”. “Ay, señora, dónde compró esa camisa”. 
23. Escuchar las conversaciones ajenas, aunque no fuese nuestra intención.Y ser osado para decir: "disculpa que me meta!" y hacer un comentario sin siquiera medir las consecuencias.
24. No pelarse un artista para tomarnos una foto. Y cuando mamá pregunta: “¿y ese quién?”.  No sé. Sale en la televisión.
25. Responder descaradamente por teléfono: “Estoy por Plaza Venezuela” cuando el metro apenas va por Los Dos Caminos.
26. Mentarle madre a los motorizados, pero que en una emergencia sean los primeros en salvarte la patria.

Foto: Últimas Noticias

27. Decir que vives en la ciudad más aburrida del mundo, pero siempre van a los mismos lugares.
28. Tener internalizado que es "obligatorio" llevarle un toronto o un cafecito a quien te hizo el favor en el registro, ministerio, banco o afines.
29. Decirle a un amigo (a) al final de una reunión: “Me escribes cuando llegues”.
30. Estar en el supermercado y que alguien te pida el favor que le compres dos paquetes de harina pan. "Yo te doy el dinero".
31. Ser interceptado por alguien a la salida del supermercado y que te pregunte: "¿Sra. dónde consiguió mantequilla? ¿Sabe si hay más?"
32. No llevar ni por error el teléfono de un plomero o electricista en el teléfono, pero si el de un mototaxista. Sobre todo, si su apodo es "Reina e Hallaca".
33. Darle mil veces a "cancelar" cuando terminas de sacar dinero del cajero, para evitar que el de atrás te clone la tarjeta.
34. Haberse gastado la quincena o las utilidades cuando ni siquiera han llegado. 
35. Viajar en autobús con el "Ánima de Pica Pica" o el "Ánima de Taguapire".
36. Hacer catársis en el vidrio trasero del carro.


Foto: José Gerardo Castillo


37. Creer (erróneamente) que Caracas es Caracas y lo demás es "monte y culebra".
38. Sobresaltarte cuando un motorizado se para al lado de tu carro, sacar de inmediato el celular y decirle: "llévatelo, llévatelo". Sentir pena cuando sólo te dice: "Sra, tiene el caucho bajo. No se asuste."
39. Haber tenido que matar el hambre en tremenda una cola con un cocosette, de esos que venden los buhoneros. 
40. No saber donde queda ninguna dirección. A menos que nos digan: ¿sabes dónde está el quiosco génesis de Bello Monte? Allí, a la derecha.  
41. Llegar a la oficina con una maltín Polar y una empanada a las 7 de la mañana.
42. Escuchar a alguien estornudar más de una vez y decirle: "Eso es GRIPE". O peor aún: "Te falta el amor". 
43. Comprar canilla (si consigues, claro) y comerse "un cacho de pan" camino a casa. (@huguito)
44. Hacer colas en los cines con puestos numerados (@huguito).
45. Ver cualquier barbaridad y comentar en voz alta: "por eso estamos como estamos". (@huguito)
46. Pedir "prestao" sin que eso signifique un "prestamo". Sobre todo, cuando se trata de bolígrafos o libros (@huguito) 
47.  Decir "Buenos Días" al subir al "por puesto".(@huguito)
48.  Coordinar un encuentro con cualquier persona "al salir de los torniquetes, en la estación de Metro".(@gabudo)
49. Andar siempre huyendo de las horas picos (aunque todo el día se haya convertido en una hora pico) y buscando irte "por la montaña" o "los caminos verdes".(@gabudo)
50.  Usar la excusa de "el metro tenía retraso" para todo. (@gabudo)
51. Tener entre tu lista de dichos: "cómo sabes tú que La Guaira es lejos?" aunque la Guaira no sea lejos nada. (@gabudo)
52. Tratar de ubicarse siempre buscando el Avila (el norte) (@gabudo)
53. Ir a comprar barato en el Centro (aunque ya no todo sea tan barato) e irse en mono o bluyín y franela sencillita,"sin prendas, ni reloj", para que "no te vayan a asaltar" (@gabudo)
54. Tener que calarte las manifestaciones espontáneas de afecto cada vez que entras a una tienda: "Dime, mi amor"; "En qué puedo ayudarte, cariño". "Te queda lindo, mi corazón".
55. Pagar la gasolina con moneditas y el estacionamiento con 50Bs en adelante.
56. Decir: "está buenísimo" a cualquier cuento, chisme o chiste que te cuente... (@PachoMachado)
57. Ponerle a las casas "San Judas Tadeo" (@modulor) ¿Y qué me dices de Santa Eduvigis? ;) 
58. Llenar el carrito del supermercado y al llegar a la caja comenzar a sacar productos sin la menor vergüenza porque te saliste del presupuesto (@andrerestrepo)
59. Atender el teléfono en el banco para decir: "estoy en el banco" aunque esté prohibido su uso (@andrerestrepo) 
60. Esperar el GOS de Beco para comprar almohadas. (Emily)
61. Buscar el edificio de la Previsora para saber la hora. (Emily)
62. Mirar al Guaire con desconfianza cuando llueve. (Emily)
63. Ubicarse en los extremos del andén del Metro, porque supuestamente esos vagones vienen vacío. (Emily)
64. Comenzar a hacer una cola en los ministerios a las 3am porque sólo entregan 30 números. (Leo)
65. Te quedas en Semana Santa en la ciudad y mientras manejas dices: "Así debería ser Caracas todos los días" (@magabye)
66. Ir a otra ciudad del interior del país y decir: "¡Qué maravilla! Aquí no hay motorizados". (@magabye).
67. Ir a comprar ropa en el Mercado del Cementerio porque crees que es más barato. Y salir pensando que la próxima vez prefieres pagar 100Bs más y comprar con aire acondicinado en un centro comercial (@magabye)
68. Sabes en donde queda "la calle de la puñalada". (@magabye)
69. Le tomas fotos al camión de las muñecas cuando lo ves en la autopista (@magabye)
70. Hace ejercicio en la Cota MIl los domingos. (@naldox)
71. Sólo lleva a pasear a la visita a El Hatillo. Y de paso, cumple con su ritual: comerse unos churros, tomarse una chicha y comer cachapas donde Doña Inés (@naldox) 
72. Que te duela en lo más profundo del alma, cuando ves El Ávila quemarse en época de sequía. (@magabye)
73. Buscar tu carro en la calle y sudar frío al leer en el piso "Teneria Pte Hierro" escrito con tiza (@felixxi)
74.  Llegar tarde por: a) protestantes trancaron la vía 2) Arrollaron a un motorizado 3) Gandola se llevó puente de los Ruices. 4) Están asfaltando.
75. Saber que al "bien cuidao" no se le regatea. Se paga sin chistar, pues no sabes cómo conseguirás el carro cuando llegues. 
76. El carro es una especie de casa ambulante. Allí desayunas, te maquillas, lees y siempre llevas contigo una muda de ropa "por si acaso".   


¿Será que llegamos a las 101? ;) Me ayudan...

Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to